El conflicto en la región de Kivu del Norte, al este de la República Democrática del Congo (RDC), ha escalado peligrosamente tras la captura de la ciudad de Goma por parte del grupo rebelde M23. Esta milicia, que cuenta con el respaldo de Ruanda según múltiples fuentes, ha logrado tomar el control de la estratégica ciudad, provocando un éxodo masivo de civiles y exacerbando las tensiones regionales.
El asesinato del gobernador militar de Kivu del Norte ha añadido un nuevo capítulo a la ya tensa situación. Este acto ha sido atribuido a francotiradores ruandeses por las autoridades congoleñas, lo que ha intensificado las acusaciones y la desconfianza entre ambos países. La muerte del gobernador, un alto funcionario en la cadena de mando militar, ha sido vista como una declaración de hostilidad directa, aumentando el riesgo de una escalada militar.
En respuesta a estos acontecimientos, el ejército congoleño ha emitido una amenaza formal contra Ruanda, advirtiendo sobre el posible estallido de una guerra si continúa el apoyo al M23. Esta declaración ha sido acompañada por una serie de movimientos militares en la frontera, preparativos que podrían presagiar un conflicto más amplio. La ruptura de relaciones diplomáticas entre Kinshasa y Kigali es una señal clara de la gravedad de la situación.